El otro día, en la portada de El Mundo ponían juntos varios enlaces sobre yoga (no sé si era el día internacional del yoga o algo así). Entre esos enlaces, uno que decía ¿Es el yoga el nuevo running? Con un título tan pedante, ya puedes suponer que sí. El título que pone en el interior es «El yoga ya no es cosa de raros», pero luego te pones a leer lo de dentro… y no queda uno tan convencido.
Bueno, pues había otro que decía: «Lo que necesitas para practicar yoga«. Y automáticamente se me disparó la respuesta en la mente: «El puto suelo».
Personalmente, lo que más me gusta es el suelo. Es verdad que para algunas cosas, yo en concreto estoy muy incómodo en el suelo. Para esas, y solo para esas, uso una estera de los chinos, de esas de goma gorda. Todo el mundo tiene algún tobillo, rodilla o cualquier otra cosa para la que, admitámoslo, el suelo es duro según cómo te coloques. Pero no hace falta nada más.
El mundo del yoga está lleno -como todos los mundos- de pijerío y de aprovechados. Así que por una estera te pueden cobrar lo que quieran; por unos tarugos de corcho o de espuma (cuya única misión es que te puedas apoyar) te pueden meter otro clavel. Pero a poco que andes con ojo, te evitarás tirar dinero, incluso si te compras todos los adminículos.
Total, que entré a la página a ver qué consideraban ellos que necesitas para practicar yoga, si no te basta el suelo. Y era aún peor. Dicen ellos «Aquí le damos unas pautas con lo imprescindible para disfrutar de sus primeras asanas».
La primera cosa imprescindible es una bolsa. Una bolsa de flores. Que cuesta 145 €.
Yo creo que no me gasto 145 € ni siquiera en las clases de todo un año. En realidad, el otro día no vi nada más, porque lo lógico es parar de leer si empiezan diciéndome que necesito una bolsa de 145 €. El resto lo he visto ahora al escribir esto.
A continuación, claro, va la esterilla, que llaman «mat» porque es más pijo. La que proponen ellos son 50 €. No es lo más disparatado de todo.
Lo siguiente es una bebida para después del yoga, de… zanahoria y cúrcuma. 2,90 €, que sale a 11 € el litro. No, amigos; lo mejor para después del yoga no es el agua, es la «kombucha», que lo sepáis.
Así el resto. Aprovechan para colarte un «purificador de aire» (juas, juas) que cuesta 600 € (bueeeeno, no tanto: 599 €).
Pero no te llames a engaño. ¿Sabes qué necesitas para practicar yoga?
Dos metros cuadrados de puto suelo y un rato de tranquilidad.