Archive for junio 2018

Lo que necesitas para practicar yoga

25 25Europe/Madrid junio 25Europe/Madrid 2018

El otro día, en la portada de El Mundo ponían juntos varios enlaces sobre yoga (no sé si era el día internacional del yoga o algo así). Entre esos enlaces, uno que decía ¿Es el yoga el nuevo running? Con un título tan pedante, ya puedes suponer que sí. El título que pone en el interior es «El yoga ya no es cosa de raros», pero luego te pones a leer lo de dentro… y no queda uno tan convencido.

Bueno, pues había otro que decía: «Lo que necesitas para practicar yoga«. Y automáticamente se me disparó la respuesta en la mente: «El puto suelo».

Personalmente, lo que más me gusta es el suelo. Es verdad que para algunas cosas, yo en concreto estoy muy incómodo en el suelo. Para esas, y solo para esas, uso una estera de los chinos, de esas de goma gorda. Todo el mundo tiene algún tobillo, rodilla o cualquier otra cosa para la que, admitámoslo, el suelo es duro según cómo te coloques. Pero no hace falta nada más.

El mundo del yoga está lleno -como todos los mundos- de pijerío y de aprovechados. Así que por una estera te pueden cobrar lo que quieran; por unos tarugos de corcho o de espuma (cuya única misión es que te puedas apoyar) te pueden meter otro clavel. Pero a poco que andes con ojo, te evitarás tirar dinero, incluso si te compras todos los adminículos.

Total, que entré a la página a ver qué consideraban ellos que necesitas para practicar yoga, si no te basta el suelo. Y era aún peor. Dicen ellos «Aquí le damos unas pautas con lo imprescindible para disfrutar de sus primeras asanas».

La primera cosa imprescindible es una bolsa. Una bolsa de flores. Que cuesta 145 €.

Yo creo que no me gasto 145 € ni siquiera en las clases de todo un año. En realidad, el otro día no vi nada más, porque lo lógico es parar de leer si empiezan diciéndome que necesito una bolsa de 145 €. El resto lo he visto ahora al escribir esto.

A continuación, claro, va la esterilla, que llaman «mat» porque es más pijo. La que proponen ellos son 50 €. No es lo más disparatado de todo.

Lo siguiente es una bebida para después del yoga, de… zanahoria y cúrcuma. 2,90 €, que sale a 11 € el litro. No, amigos; lo mejor para después del yoga no es el agua, es la «kombucha», que lo sepáis.

Así el resto. Aprovechan para colarte un «purificador de aire» (juas, juas) que cuesta 600 € (bueeeeno, no tanto: 599 €).

Pero no te llames a engaño. ¿Sabes qué necesitas para practicar yoga?

Dos metros cuadrados de puto suelo y un rato de tranquilidad.

Màxim Huerta

14 14Europe/Madrid junio 14Europe/Madrid 2018

Nunca me ha gustado Màxim Huerta. No me gustaba cuando empezó como «presentador de telediario serio», porque me parecía todo falso. Y cuando de ahí pasó al mundo del cotilleo, consideré que se había quitado la careta y nunca más. Reconozco que no he leído ningún libro suyo, y que gane premios literarios no me anima a ello. Quizás escriba bien, no sé. Cuando lo nombraron ministro, me pareció un horror, pero me pareció que aun así era mejor que prácticamente todos los ministros del gobierno precedente (pocas cosas en un contexto democrático pueden ser peores que el gobierno precedente).

De su corta historia con Hacienda y con el Ministerio y con la jauría creo lo siguiente. Primero, sí sospecho que no pretendía exactamente defraudar. Creo que es verdad que hizo lo que hacían todos (¿dónde están las demás investigaciones?), lo que se consideraba normal en su jauría de entonces. Que simplemente para él era una forma creativa de hacer la declaración para pagar menos, eso por lo que pagas a una gestoría. No sé hasta qué punto la gente puede señalarle con el dedo por eso. Es de risa que lo haga cualquier votante del Partido Popular, pero motivos de risa hemos tenido muchos.

Hasta ahí llega lo que, en parte, podría ser disculpable. El resto es todo caca de la vaca.

Cuando dice que lo que hizo entonces no era delito, y después sí, nos toma por imbéciles. Nunca puede ocurrir tal cosa. No pueden venir a por ti por haber hecho algo que era legal cuando lo hiciste.

Cuando dice que hubo un cambio de criterio «retroactivo» de Hacienda, más de lo mismo. Hacienda no puede cambiar de criterio sobre cuánto tienes que pagar. Imagínate que te dicen «Muchacho, tu declaración de 2015 estaba bien, pero nos lo hemos pensado mejor y tienes que pagar otros 1.000 €». Eso no cabe en ninguna cabeza. Si cabe en la suya, no puede ser ministro, porque no distingue la realidad de la fantasía.

Hacienda, desgraciadamente, no puede perseguir todos los fraudes. Incluso si intuyen, incluso si saben que debes dinero, no tienen recursos ilimitados. No creo que puedan gastarse 6.000 € de dinero público para cobrarte 30 €. Supongo que tienen unas prioridades, unos objetivos, y saben lo que hacen. Y al parecer el único cambio de Hacienda fue que en un momento dado no perseguía con tanto ahínco ese tipo de fraude concreto, y luego (por un aumento en su volumen, porque pasó a ser un problema inaplazable, porque llegaron a ese punto de su lista de tareas, por las razones que fuese) dedicaron más recursos a investigarlo. Un fraude que ya lo era, lo había sido siempre y seguía siéndolo cuando lo cometió Màxim. Es evidente para cualquiera. El fraude existía desde un principio.

Hay más cosas que me parecen impresentables. Si a mí me llaman (y más en este contexto en el que estamos) para ser ministro, mi primera preocupación será si estoy preparado para serlo (que no lo creo), mi segunda preocupación será si seré capaz de soportarlo (que tampoco lo creo), y la tercera, suponiendo que lo anterior me pareciera bien, sería si soy el indicado. Y si me han condenado por fraude fiscal en 2017 (con razón o sin ella, pero encima esta vez fue con razón) le diría al presidente: «Mira, Pdr, yo no puedo ser, me han condenado por defraudar a Hacienda. Me van a machacar, y a ti también. Ni de coña. Busca a otro.»

Si Màxim no sabía que iba a pasar esto, nuevamente confunde la realidad con la ficción. En un político puedo entender que oculte esas cosas, que juegue con ellas; hemos visto que es su trabajo. Pero un tipo supuestamente limpio de política no podría dejarlo pasar. Aunque fuera por ingenuidad pura, tendría que decir que no.

Así que, Màxim… no nos cuentes milongas. Te hinchó el ego que te llamaran, supongo, y eso pudo más que nada.

Sigues sin gustarme. Odio que se confirmen mis prejuicios, prefería que me hicieras cambiar de idea. Qué se le va a hacer.

Una España «mejor de la que encontró»

1 01Europe/Madrid junio 01Europe/Madrid 2018

Ayer leí una columna de Lucía Méndez hablando de la moción de censura contra Rajoy. Y decía Lucía, refiriéndose a Rajoy:

[…] Habló como si fuera una de esas jornadas gloriosas que han puesto en pie su leyenda de brillante parlamentario. […] Con su impetuoso torrente de palabras resplandecientes del idioma español. Una Epifanía oratoria el día del Corpus Christie. […]  Rajoy bordó su última faena en sus primeras intervenciones como presidente acosado. […]

Para que me venga cualquier escritor de ciencia ficción a hablar de realidades paralelas. Resulta que Rajoy es una leyenda de la oratoria. El idioma español resplandece en su impetuoso torrente verbal. Este es el nivel.

Supongo que hablamos del mismo Rajoy, no sé. Ese que dijo, según El Mundo (y usa comillas) «Ha sido un honor haber sido Presidente del Gobierno y dejar una España mejor de la que encontré». Supongo que Lucía no ve ningún error en esa frase. Y los hay. Gramaticales.

Pero hay errores peores aún. Peores «de» ese.

Este presidente deja una España con un problema de separatismo que nunca había tenido. En sus hábiles manos de gestor se ha destrozado la convivencia en Cataluña y entre Cataluña y el resto. Si los primeros episodios de lo que ocurrió en Cataluña se hubieran dado con un gobierno de cualquier otro partido, habría intervenido el ejército para echar al presidente (no, no es una metáfora, lo digo literalmente). Pero era de este partido. Pueden hacer lo que quieran sin rendir cuentas.

Deja una España en la que se ha consagrado la impunidad total. La política nunca había sido tan indecente, tan mezquina, tan soberbia, tan asquerosa. Antes la indecencia se escondía; había unas reglas de juego. Si te pillaban, te avergonzabas o asumías la derrota. Después de Rajoy, te paseas con chulería, con soberbia y con desfachatez. No cedes, no disimulas. Eres invulnerable. Ahora ya puedes decir «mi partido no son quince o veinte casos de corrupción» (y subiendo), cuando antes ay de ti si pillaban uno solo (o si se lo podían inventar).

Deja una España en la que su primera medida fue pedir un rescate y dejar que los bancos robaran a los ciudadanos otros 60.000 millones de euros después de la crisis, por si no fue suficiente lo que robaron antes.

Deja una España en la que es más grave, y se comenta mucho más, hacer algo totalmente legal, como comprarse una casa, que cometer un sinfín de delitos. En la que unos tienen que pedir permiso simplemente por aspirar al gobierno en unas elecciones y otros tienen derecho a gobernar aunque sea robando a los ciudadanos, cometiendo fraudes electorales, cambiando leyes en su beneficio, induciendo al cohecho, encarcelando a rivales políticos o reprimiendo a artistas a base de mentiras.

Deja una España con una televisión pública bochornosa, absolutamente expoliada por sus amigos, utilizada y exprimida sin ningún tipo de disimulo por directivos carentes de la mínima vergüenza.

Deja una España en la que se ha convertido en costumbre el utilizar las instituciones a su antojo y beneficio: la universidad, el parlamento.

Deja una España en la que se ha normalizado que el presidente del gobierno no rinda cuentas de ningún tipo, suelte sus peroratas a través de pantallas sin preguntas, se sustraiga al control del Parlamento cuando le dé la gana con el argumento de que está en funciones, o se vaya de los debates parlamentarios fundamentales si no está cómodo o ponen fútbol en la tele.

Deja una España en la que los jueces están controlados por el gobierno, y si no lo están se los echa de la carrera judicial. En la que ya no existe la responsabilidad política, porque para todo se remiten a los fallos judiciales; si no me condenan en firme, todo lo que haga vale. Y si el fallo les es adverso, da igual: o me ciño al voto particular que me interesa, o desacredito a los jueces, o me limpio el culo con su sentencia.

Deja una España de mierda, sí. Ha sido una etapa verdaderamente pavorosa. El destrozo que ha causado ha sido de tal magnitud que este país ya no es el mismo de antes.

Pero me sorprende un tanto cómo dan por cerrada la etapa. Porque yo creo que no es así.

Creo que desde el minuto uno todos los medios de comunicación (que están al servicio de quien están) harán la vida imposible al gobierno, y lo que es peor, a nosotros. Nos asfixiarán, nos agriarán el humor, nos pincharán, nos harán creer que todo es aún peor, hasta que pidamos clemencia y un cambio de gobierno.

Y no se os olvide una cosa: si hay elecciones otra vez, y se presenta Rajoy, no sería nada raro que ganara.

Y si gana Rivera, agarraos fuerte.

Solo hay una cosa buena en todo esto. Es el primer revés de Rajoy en mucho tiempo. La primera vez que se impone un mínimo de justicia, que paga por algo. Pero es una victoria absolutamente pírrica. Es prácticamente irse de rositas.