Archive for enero 2023

Shakira y el arte

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Ayer, como soy un tanto idiota, me puse a correr 10 kilómetros. Y como soy un tanto disciplinado, lo conseguí. Si te preguntas cuánto tardé, pues una hora justa. Eso viene a ser el doble de lento que los atletas de élite. Cuando corren una maratón. Bueno, al parecer estoy en la media que hacen los corredores normales. Cuando corren una maratón.

El caso es que para hacer más llevadera esa hora fui escuchando un podcast que me gusta mucho: Aquí estamos, de Ignasi Taltavull y Adri Romeo. Lo tienes en muchos sitios: en Youtube, en Twitter, en Podtail (que es donde yo lo suelo escuchar) y bueno, en muchas otras plataformas. Creo que Adri ejerce sobre todo de monologuista de stand up, e Ignasi, además de hacer y haber hecho diversos programas de humor, ejerce, que yo sepa, de guionista, director y supongo que todo lo que tenga que ver con elaborar programas de radio, televisión o similares.

Resumiendo, es un programa en el que dos tipos inteligentes y con enorme talento, con mucho músculo para la improvisación, hablan de sus cosas, dicen muchas chorradas y, a veces, cuando se les escapa, cosas tremendamente trascendentes. Y a raíz de lo que hablaban sobre el asunto de Shakira y Bizarrap y Piqué, y dando vueltas a la cabeza, pensé, cómo no, en el tema recurrente de la música mala y la música buena.

No tengo respuesta, obviamente, pero se me ocurrieron un par de ángulos que voy a dejar apuntados aquí.

Uno es que parte del problema que tenemos al hablar de estas cosas (y de casi todas) es la confusión con la nomenclatura. Que se suma a que, además de llamar con la misma palabra a cosas distintas, esas cosas distintas tampoco es que se puedan separar mucho.

Hay quien piensa que Shakira es una estrella de la música. Y eso nos resulta engañoso. Me parece que es porque la música es un invento que tiene muchos usos. Y lo que diferencia a unos de otros es el propósito. Hay música que se elabora industrialmente, y su fin es lo que podríamos llamar (y cualquier palabra va a traer sus propias ambigüedades) entretenimiento. Shakira es una estrella del entretenimiento, y usa la música como ingrediente. Dudo que las aportaciones estrictamente musicales de Shakira se estudien algún día en las escuelas de música, más allá de como meros ejemplos de la aplicación de algunas técnicas que aplican sus compositores o arreglistas o ingenieros de sonido.

Otra gente usa la música con un propósito que podríamos llamar artístico. Y ahí entran en juego otros factores; el arte no es arte relevante si no es sincero, si no nace de una cierta necesidad de expresión. No es que esta distinción resuelva un problema que es muy complejo, pero me parece que es un punto de partida inevitable. El waka waka es muy respetable, induce sentimientos o estados de ánimo en la gente, es música y no es pecado disfrutarlo. Pero no nace de una necesidad de expresión de nadie; es un trabajo.

Hay otros usos de la música. Hay música que se elabora para servir de fondo a una película, por ejemplo. Es cierto que esta música a veces llega a tener entidad por sí misma, y mucha gente escucha bandas sonoras. Un compositor por encargo siempre intentará expresar algo de lo que siente. Ya digo que no es fácil separar unas cosas de otras.

Aparte de dar vueltas a esta distinción entre arte y entretenimiento (y otros), y pensando en esto de la sinceridad y de la propia voz, también estuve pensando en tanta gente que canta raro. Que busca maneras de significarse, de distinguirse, de llamar la atención; como el canto gutural de Shakira. Creo que eso tampoco nace de una necesidad artística; esa no es la voz de Shakira. No es así como habla con nadie, no puede ser así como se habla a sí misma cuando piensa.

Llegué a pensar que si habla así es, paradójicamente, no tanto porque esa manera extraña de cantar sea única, sino (quizás sin saberlo) porque es imitable. Esas voces estrafalarias son fáciles de reconocer y también de imitar. Si Shakira cantara siempre con absoluta sinceridad, con la voz que le sale del alma, sería una voz más humana, más normal, y sería más difícil de imitar, porque de mano sería más parecida a todas las demás; la diferencia sería más de matices. En este caso, la sinceridad va en contra de la imagen de marca.

Bueno, a la vez también es muy posible que esos gorgoritos le salgan del alma, que su gusto personal sea ese. No lo sé. Pero una hora corriendo da para pensar mucho, seguramente demasiado.

Y, francamente, tampoco hace falta. Con 5 kilómetros habría sido de sobra, y hoy caminaría con más facilidad.

Shakira y Piqué

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No he escuchado la dichosa canción que Shakira le dedica a Piqué con el concurso de ese músico llamado Bizarrap cuyo necesario talento, por las veces que le he visto, parece centrarse en estar sentado a un PC mientras alguien canta y bailotear con el culito en la silla y hacer gestos con los brazos. Pero claro, ha sido imposible no oír y leer ingentes cantidades de comentarios al respecto, hasta el punto de que no sé si oírla podría darme aún más información.

Intentaré no entrar en juicios, pero dejaré algunas reflexiones que no sé si son muy originales.

La primera: sí, Mari, tremendo chaparrón que le has soltado, pero los cuernos te los llevas tú.

La segunda: pensé que igual a los hijos de una pareja separada no les va muy bien airear las vergüenzas y el rencor en público de esta manera planetaria. Y esta vez no han sido los paparazzi que no nos dejan vivir ni respetan nuestra intimidad, ha sido mamá.

La tercera: ante el enfoque de admiración feminista que algunas personas (muchas) han adoptado respecto a Shakira, suelo aplicar ese primitivo test que consiste en imaginarse la situación cambiando los papeles: el cantante (o lo que sea Shakira) es él y la futbolista (o lo que sea Piqué) ella. Si el veredicto es el mismo, entonces quizás esté bien. Que cada cual haga el ejercicio.

Y la cuarta. Si Shakira se ha hecho rica cantando como canta, es obviamente porque es muy, MUY buena en cualquier otra cosa que no sea cantar: gestión del patrimonio, por así decir. No me creo que en un lanzamiento de este tipo, milimétricamente pensado para aprovecharse masivamente de la naturaleza cotilla del populacho, nombre varias marcas (Casio, Twingo, Rolex) así, porque sí, gratis. No tiene absolutamente ninguna lógica empresarial que regale tal grado de promoción a esas marcas, y si no tiene lógica empresarial no tiene ninguna otra. El dinero que Shakira está ingresando por las reproducciones del tema es limosna en comparación con lo que tranquilamente puede pagar una empresa como Casio por la visibilidad que ha tenido esta semana. ¿Puedes citarme algún anuncio de Casio que recuerdes en los últimos cinco años? Pues esos anuncios que ni siquiera has visto costaron millones de euros; dime tú cuanto dinero puede valer el paripé de estos días.

Por la misma razón, tampoco tiene mucho sentido que Shakira se desgañite contra Piqué, poniéndole a él a huevo lo que, obviamente, ha hecho: responder burlándose con Casio y Twingo de por medio. Otra vez, no me creo que Piqué saque a Casio o a la Renault a colación, ni siquiera como chiste, con el evidente interés que Casio o Renault pueden tener en que lo haga.

La gente se cree que asiste a una pelea donde o bien ve una diva empoderada cantándole las cuarenta a un señoro tontorrón, o bien a un machote que cambia a una cuarentona por dos veinteañeras y se ríe de la rabieta de su ex. Cada cual por la razón que más le guste, pero todos lo compran. Yo tengo la teoría de que asistimos a un trato a varias bandas entre los abogados de Shakira, los de Piqué, los de Casio y los de Renault, y que lo que está pasando y la gente cree que es improvisación está descrito con pelos y señales hace tiempo en un contrato, puede que ya como parte del acuerdo de divorcio. Y que todos están haciendo caja.

Y no, no lo estoy diciendo en broma.

Asesinatos de niños y violencia machista

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Ya escribí largo y tendido (seguramente demasiado largo y demasiado tendido) sobre los abusos a menores. Pero la protección a la infancia, o el rechazo a la violencia, no se acaban ahí. Y en mi constante, muchas veces fructífera, pero generalmente inútil, búsqueda de la verdad, el otro día me enteré de algo que no sabía, respecto a los niños que mueren a manos de sus padres.

En realidad, me enteré porque oí nombrar a Juan Soto Ivars, decidí leer algo suyo a ver qué impresión me daba, y en una lectura citaba a su vez a un tuitero llamado Bou (@bouenmatrix) que tenía un tuit sobre este asunto. Esto es lo que me resultó interesante. Así que la investigación la hizo este tuitero. Yo me limité a verificarla.

La verificación empieza por acudir no al Twitter de Bou, sino a la web del Senado, y buscar allí un expediente, de la legislatura actual (que es la XIV), que en el texto libre contenga asesinatos de hijos. Y se obtiene una pregunta (con respuesta escrita) de Cristina Ayala Santamaría, del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, registrada el 2/5/2022, que dice:

¿Cuál es el número de progenitores que han asesinado a sus hijos en los últimos 15 años?(Definir número de asesinatos y especificar cuántos han sido cometidos por mujeres y cuántos han sido cometidos por varones)¿Dónde se publican estos datos?

Entonces accede uno a los documentos. La primera respuesta que da el Gobierno, del 13/6/2022, es:

En relación con la pregunta formulada, y por lo que se refiere al ámbito de competencias del Ministerio del Interior, se informa [sic] que el Sistema Estadístico de Criminalidad no dispone de variables estadísticas que puedan ofrecer respuesta específica a lo requerido en la presente iniciativa.

Pero el día 16 se amplía esa respuesta, y se ofrecen unos datos, que pegaré aquí:

Esos datos son interesantes. Desde 2007 hasta 2022, los condenados por asesinar a sus hijos son en total 24 varones y 26 mujeres, si no he sumado mal.

Esa es, aparentemente, la realidad. No son datos de Vox: son datos del Gobierno, en respuesta (creo que leal) a la pregunta de una senadora.

A partir de ahí, se pueden hacer muchas interpretaciones. Algunas acertadas, otras erróneas. Algunas honestas, otras torticeras. Pero la verdad es la verdad.

Al parecer, hay organismos oficiales que publican estadísticas de filicidios… causados solo por hombres. Por definición (suya), la «violencia vicaria» la cometen hombres, varones. Si cuento solo esos asesinatos, es obvio que «la mayoría» de los filicidios los cometerán hombres. El problema es que haya quien utilice estas cifras sin explicarlas. El propio @bonmatrix lo explica en su tuit; yo esto ya no lo he verificado, pero me parece muy verosímil. Hay quien construye estadísticas sobre filicidios (él cita al CGPJ) utilizando, en algunos años, exclusivamente los datos de filicidios cometidos por varones. Así, no es extraño que en artículos como este salga un forense diciendo que el 68% de los filicidios los cometen los padres varones. Es obvio que la media te saldrá escorada hacia los varones…

Las interpretaciones pueden ser como queramos. La cifra, no. La cifra es falsa.

Hablando de interpretaciones, aquí van las mías.

La primera: contra lo que pueda parecer, el asesinato de hijos a manos de sus progenitores es un suceso muy raro. De hecho, el homicidio en España es un hecho relativamente raro en sí mismo. En 2020, por ejemplo, en Estados Unidos hubo 6,52 homicidios por cada 100.000 habitantes; en España, 0,64. (fuente: Expansión). En Estados Unidos el homicidio en general es 10 veces más frecuente.

Según he podido comprobar en el INE, el total de condenados por homicidio en España desde 2013 hasta 2021 inclusive es 10.854; si nos limitamos a los asesinos de hijos, y según la tabla de más arriba, serían 15 hombres y 17 mujeres; es decir, 32. Algo menos de la milésima parte de todos los homicidios.

Un solo filicidio nos parece abrumador; así lo siento yo también. Pero estadísticamente sirve de muy poco. En 2021 hubo 2 condenas por filicidio en España; una por cada 23,5 millones de personas. ¿Qué conclusiones queremos sacar de ahí? ¿Son realmente representativas de nuestra sociedad? ¿Es un fenómeno que podamos caracterizar con claridad? ¿Importa si en esos 2 había mayoría de hombres o de mujeres?

La segunda: que las mujeres y los hombres estén en realidad «empatados» en la estadística tampoco me dice mucho. Un homicidio obedece a un conjunto de causas combinadas. No sé si las mujeres matan más a sus hijos por un tipo de trastorno mental, y los hombres por otro. O si las mujeres lo hacen por trastorno mental y los hombres por maldad pura. Pero no me extrañaría que muchas de las mujeres filicidas padecieran un trastorno mental causado por su pareja. Y en otras no sería así; sería causado por su padre, o su madre, o por la falta de ambos, o por factores congénitos. Al parecer, el filicidio altruista (sí, eso existe; matar por el bien del asesinado, para evitarle sufrimiento) es más frecuente en mujeres, y el filicidio por venganza en hombres. No sé cuánto del filicidio altruista está motivado precisamente por evitar el abuso de hombres… Y los trastornos psicológicos no son nada fáciles de delimitar en todo caso. En fin, que no me parece una cuestión que se pueda abordar desde la simpleza.

El caso, y esta es mi tercera conclusión, es que no tengo claro que el filicidio cambie mucho el retrato de la violencia machista, realmente. Es un hecho excepcional (muy mediático, sí; precisamente porque es excepcional), y la violencia machista no es excepcional, y mucho menos el comportamiento machista que ni siquiera se traduce en violencia física pero arruina tantas vidas. Para mí no cambia nada respecto al mucho trabajo que a la sociedad le queda por hacer. No me hace falta esa épica. Ya estoy indignado sin ella. Ya veo necesario el Ministerio de Igualdad. Ya compruebo, con cada campaña suya, cuán necesaria era en el fondo. Ya veo cuántas mujeres mueren asesinadas por sus maridos (incluso contando con que también haya un porcentaje de homicidios altruistas). Un solo filicidio por venganza es suficiente para que me hierva la sangre en las venas, y también me resulta muy diferente de un filicidio por depresión. No hace falta ganar en ningún marcador.

Cuando escribí sobre las falacias que se difundían respecto a las diferencias salariales entre hombres y mujeres, ya insistí en esto. La verdad ya es más que suficiente; no hace falta novelarla, ni maquillar cifras. Es, a mi juicio, totalmente contraproducente. Los negacionistas estarán encantados de utilizarlo para desautorizar de una tacada toda la lucha feminista, no solo la que se refiere a evitar filicidios. Les basta una mentira para decir que todo es mentira.

Ahora bien; si estoy equivocado, y las cifras son diferentes, estaré encantado de aceptarlo. Pero de momento son las que son, y engañar con ellas es extremadamente grave y un atentado contra el feminismo.

Los libros de 2022

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Continúa la preocupante, desgraciada tendencia de que cada vez leo más, más y más cosas fascinantes, pero cada vez leo menos libros.

Y así terminó 2022, cuando la lista de libros leídos es bastante corta y fácil de recordar:

El color de la magia (Terry Pratchett)
Lavinia (Ursula K. Le Guin)

Empecé a releer a Terry Pratchett, y quise leer algo de Ursula K. Le Guin porque leí a un tuitero hablar bien de ella. Lo que yo leí no es más que una novela histórica al uso, y ni siquiera creo que sea muy representativa de lo que le ha dado éxito a Le Guin. Pero bueno, estuvo bien.

Cuando murió Javier Marías, reparé en que había leído muchas columnas suyas, pero ninguna novela. Empecé a hojear un par de ellas, y… me aburrieron y las dejé. Bien que lo siento. Tendré que intentarlo en el futuro, a ver si es el momento apropiado, o a ver si con otras tengo más suerte. Pero la verdad es que me parecían un poco plomo para mí y en aquel momento. Ah, me pasó otra cosa: mi lector de libros electrónicos (mi venerable Papyre 6) ¡se rompió! Por presión en una bolsa, creo que se estropeó la pantalla para siempre… Cuánto lo sentí.

He leído varios cómics, pero no los he apuntado. A bote pronto recuerdo Something is killing the children, y The nice house on the lake, y Héléna (de Jim), que son de lectura reciente. Hay muchos más, sin duda.

¿Propósitos de año nuevo, leer más libros, cosas de esas? Convendría. Pero ya veremos.