Archive for febrero 2018

A new era of innovation

27 27Europe/Madrid febrero 27Europe/Madrid 2018

Ayer me salió este anuncio en una página.

[Edito: como no se lee muy bien, ahí pone «The Guide to COBOL. An introduction to COBOL for the Java or .NET Developer. Start a New Era of Innovation. microfocus.com«.]

Yo sé que el COBOL no ha muerto ni mucho menos. Recuerdo perfectamente estar estudiando los apuntes de un profesor que ahora es alcalde, hace nada menos que 28 años, y ya entonces decíamos que aquello era una antigualla, que por qué seguíamos estudiándolo, que era historia. Casi treinta años después, no es exactamente historia todavía.

Pero, hombre, «una nueva era de innovación» quizás sea pasarse un poco. Se puede vender el COBOL con muchos y muy buenos argumentos, pero ese me ha llamado la atención…

Las letras de Marta Sánchez

19 19Europe/Madrid febrero 19Europe/Madrid 2018

Hace tiempo fui a un taller sobre escritura de letras para canciones. El profesor era Pablo Moro. Una de las cosas que más me interesaban, y pregunté, era si había realmente alguna forma, gustos aparte, de identificar una letra mala. Es decir, hay arte que nos gusta y arte que no, pero en el arte hay una parte de oficio, y un oficio se puede hacer bien o mal. Hay cosas que objetivamente están hechas como el culo. Aunque funcionen comercialmente, aunque emocionen a gente, aunque esa gente sea mucha. ¿No se puede señalar, fría y profesionalmente, por qué están mal? Bueno, no pude llegar a ninguna conclusión.

Pero yo tengo mis ideas.

Estos días se habla mucho de que Marta Sánchez ha escrito una letra para el himno de España. Obviamente, el día que cantó eso recibió un montón de aplausos, la emoción se palpaba, en fin. Y le han salido montones de entusiastas apoyos. Como cuando fue a cantarles a los soldados. Hay cosas que funcionan siempre. Supongo que lo sabe. O que es así de verdad, más bien.

Se ha montado el gran pitote, como siempre, entre los que quieren sacar pecho del azar de haber nacido en España y darles con la bandera en el hocico a los que se lo tomen con más calma que ellos, y por otro lado los que… bueno, los que funcionan a la contra. Qué más da. Los políticos han hecho su parte (su oficio, ya que hablamos de oficio) que no voy a calificar. Carlos Herrera también ha hecho su parte habitual y tampoco voy a calificarla/o.  También hay debate, en general, respecto a si el himno debe tener letra o no. Un montón de debates, en resumen.

Pero a casi todo el mundo se le está yendo lo esencial.

Lo esencial no es si Marta es valiente o no (lo es; lleva siendo valiente desde el primer día que se subió a un escenario a cantar). Tampoco quiero entrar en si Marta hace bien o no sintiéndose tan, tan, tan española. Ni si puede o no cantar lo que le plazca o sienta, que puede, claro. Ni si tiene sentido que la letra del himno sea una letra de emigrante, por así decir. Se han dicho muchísimas burradas, desde siempre, respecto al himno nacional (una reciente: este tipo, que afea la sordera de los demás y se presenta como un poco más leído y escuchado, dice que el himno sin letra que elegiría él sería… Entre dos aguas, y si tiene que ser con letra, Volando voy. Sin comentarios). No voy a nada del contexto, que da para mil debates en vano.

Lo primero es si la letra es buena o mala.

Y es mala. Mala con ganas. Mala con vocación. Por lo visto, Marta estuvo trabajando en esto mucho tiempo, y en una frase la ayudó su productor. Para este resultado:

«Vuelvo a casa, a mi amada tierra,
la que vio nacer mi corazón aquí.

Hoy te canto para decirte cuánto orgullo hay en mí,
por eso resistí.

Crece mi amor cada vez que me voy,
pero no olvides que sin ti no se vivir.

Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón
y no pido perdón.

Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí,
honrarte hasta el fin.

Como tu hija llevaré ese honor,
llenar cada rincón con tus rayos de sol.

Y si algún día no puedo volver,
guárdame un sitio para descansar al fin.»

Y volvemos a aquella duda que le planteé a Pablo Moro un día. Y volvemos a temas que ya he tratado aquí; se diría que los que quieren mejorar las letras de los himnos nacionales son precisamente los más inútiles.

No es de recibo una letra que, a martillazos, deshace diptongos («a/mi/a/ma/da»), cambia los acentos («lleváre») y de paso pone un diptongo que no había («…lle/vá/re-e/se…»).

No es de recibo que rime, pero no rime, pero vuelva a rimar, al tuntún, a veces sí y a veces no, de cerca y a distancia.

No son de recibo esos dos versos que riman (es un decir) con la palabra «fin» repetida.

No es de recibo esa pila de lugares comunes puestos para rellenar. ¿»Cuánto orgullo hay en mí, por eso resistí»? ¿Que qué? ¿»No olvides que sin ti no sé vivir?» ¿»…corazón / y no pido perdón»?

Es la letra hecha como ejercicio por alguien que no tiene ni idea, que empieza en esto de escribir y de momento no da más de sí. Es un ejercicio prometedor para un debutante, y algo sonrojante para alguien que se precia de ser compositor (sin perjuicio de que haya muchas cosas sonrojantes generando millones de euros en derechos de autor, que de eso no digo nada).

En fin, es muy, muy, muy Marta Sánchez. «Soy yo / la que sigo aquí / soy yo / te lo digo a ti». No me parece mal que ella lo cante, con ese estilo tan… vociferante, excesivo. Hortera, vamos a decirlo con claridad. Conecta con cierta gente. Con  mucha, al parecer. Bien. Ella es así, y sus fans también.

Pero cuando alaban su obra y hablan de convertirla en el himno oficial, no pueden estar hablando en serio.

O sí. Una cosa tiene buena: ese himno nos representaría como país.