Archive for octubre 2014

Malditos piratas, acabarán con la música

28 28Europe/Madrid octubre 28Europe/Madrid 2014

Me parece muy preocupante el asunto de los derechos de autor. Creo que la presunta protección de esos derechos es un peligro para el progreso de la Humanidad, tal como está planteada (y no exagero). Y por eso procuro no comprar nunca discos de gente muerta, ni discos antiguos, ni discos que ya formen parte de lo que podemos llamar «cultura general».

Sin embargo, resulta que compro, creo, bastantes discos de otro tipo: discos publicados recientemente, discos de gente que veo en directo, discos de gente a la que quiero apoyar, o discos que me traen buenos recuerdos. Y quiero discos físicos, por lo general (aunque casi nunca los uso).

Hoy estaba buscando versiones de un tema de 1928, I’ve Got a Crush on You. Por cierto, efectivamente, esa canción no es del dominio público; el compositor de la música, George Gershwin, murió apenas diez años después de publicarla, pero su hermano Ira, el letrista, nos hizo la jugarreta (¿¡!?) de durar hasta 1983, así que esa canción no pasará al dominio público al menos hasta 2053, creo. Una canción en particular que, además, se utilizó y amortizó no en uno, sino en dos musicales de Broadway, por los que George e Ira cobraron en su día. Todo esto tiene mucha lógica, cómo no.

Bueno, total, que me encontré con una versión que grabaron una cantante y un guitarrista en medio de un prau, con su introducción y todo, con los pájaros armando barrila y el viento molestando, y me encantó. Música en estado puro, simple y directa, sin disfraces ni aditivos ni preocuparse por el ruido o el vestuario. Ni siquiera editaron el vídeo. En lo que pasa aquí no hay trampa; la música que oigas la llevan dentro, consigo.

Busqué más de ellos, y tienen un grupo, Sashi & The Wild Beans. Me gustó tanto que decidí comprar el EP que al parecer es lo único que tienen publicado. Entonces veo que se compra en iTunes o en Amazon; por supuesto, aborrezco iTunes, así que me voy a Amazon, que los aborrezco algo menos. Y veo decepcionado que no hay disco físico, sólo MP3. Bueno, pues me decido a comprar el segundo disco exclusivamente en MP3 de mi vida. Me lo compro.

Y entonces veo que Amazon, para descargarme el disco… me obliga a instalarme una aplicación en mi ordenador.

Como no me da la realísima gana, y es algo que no voy a hacer bajo ningún concepto, busco otra manera de descargarme eso que he comprado. Y no se puede. Es como si voy a la tienda de discos y en vez de darme mi disco y dejarme en paz pretenden que ponga en mi casa una estantería para él, la que ellos dicen.

Por fortuna, y esto tengo que decirlo así, la atención al cliente de Amazon fue exquisita. Me llamaron inmediatamente, me explicaron que efectivamente no puedo descargarme el disco sin la aplicación (atención al dato: ¡si comprara canciones sueltas sí que podría!) pero que sin problema pueden anularme la compra. Digo que sí (es comprobable que ni siquiera lo he escuchado online), y me la anulan.

Yo quería apoyar a Sashi y sus chicos, tenía mi dinero listo, pero esos que me inundan de anuncios para que compre, compre, compre… cuando he querido comprar no me han dejado. Conclusión: me he bajado de sus vídeos de Youtube los audios que he podido. Y así escucharé a este grupo. Han perdido una venta, y yo debo de ser un pirata sin corazón que va a matar a la música.

Lo más triste es que hoy en día los usuarios de informática han demostrado una mansedumbre, una borreguez y una ignorancia aterradoras. Han tirado la toalla. Usan Facebook, se cuelgan de Google, de Apple, aceptan todas las órdenes, y se entregan sin condiciones a empresas que lo saben todo sobre ellos. Esto de Amazon tendría que haber provocado un escándalo de dimensiones mundiales, y  sin embargo no había oído ni palabra al respecto.

Sociólogo

20 20Europe/Madrid octubre 20Europe/Madrid 2014

Para nosotros, el vulgo, inmersos en la marejada de los acontecimientos, es casi imposible analizar la realidad con acierto. Somos ignorantes hormiguillas inmersas en nuestros problemas domésticos y nuestra situación particular, y no podemos ver el cuadro completo.

Para esa titánica tarea tenemos a los sociólogos. Y el más prominente quizás sea un tipo llamado Amando de Miguel.

Pero resulta que el pobre está fatal. Dice que es un menesteroso, que está en la ruina. Fíjate que ni se permite el lujo de desayunar café, que es muy caro; desayuna… agua. Ni compra filetes, ni tiene calefacción, se ducha con agua fría (y tiene agua corriente de milagro)… Tiene para comida menos de un euro al día.

¿Cómo es eso? ¿Vive bajo un puente?

No; en realidad, vive en un casoplo de cuatro plantas, con ascensor y jardín, en Collado Villalba, en una exclusiva zona residencial dando a la sierra, con unas vistas de caer de culo. Y cobra de pensión unos 2.000 € al mes.

Resulta que, al parecer, hace quince años se hizo este casoplo de dos millones de euros. Ahora tiene muchos gastos, nadie quiere publicarle libros, y sus planes son vender su biblioteca, por 225.000 €, que es lo que dice deber de la casa.

No me voy a meter a juzgar la situación de de Miguel, ni su persona (que nunca me ha gustado, por cierto). Pero dice:

Sí, cometí el error de muchos españoles.

Yo creía que el «error» de muchos españoles había sido invertir 900 € al mes en un modesto piso en vez de tirar 800 € dolorosamente en un alquiler. Y ahora me entero de que no, de que el error de muchos españoles fue la megalomanía. Menos mal que me lo aclara un sociólogo, porque yo nunca lo habría pensado.

Un sociólogo que pretende solucionar su situación vendiendo…

Libros. En el siglo XXI. 225.000 € de libros. Se los van a quitar de las manos, oiga.

Y este es una luminaria de la sociología, el tipo con los pies más en el suelo que tú y que yo, el que sabe ver el bosque a través de los árboles. Fíjate si es bueno, que a él lo llaman a las tertulias de 13TV, y le hacen publirreportajes en El Mundo.

Las cloacas del Estado

16 16Europe/Madrid octubre 16Europe/Madrid 2014

De la media docena de personas que alguna vez leerán este sitio, puede que algunas recuerden las elecciones de 1996, y muchas otras probablemente no.

Aquellas elecciones fueron las primeras que ganó Aznar, y el candidato del PSOE era Felipe González, a la sazón Presidente del Gobierno (que ya lo había sido durante cuatro legislaturas e iba a por la quinta). En algunos aspectos se parecieron bastante a las que ganó Rajoy en 2011: durante los últimos años de gobierno de González el clima se hizo irrespirable, los medios de comunicación ejercían un acoso sistemático y diario contra el gobierno, y los ciudadanos vivían con una sensación de desastre continuo, inutilidad de los gobernantes y, sobre todo, corrupción. Todos, todos los días había un «escándalo», palabra esdrújula y altisonante que funcionaba de maravilla para que los aspirantes al gobierno nos pusieran de mala leche todas las mañanas. Exactamente como en 2011, cuando si ocurría algo malo en alguna parte (una inundación, un accidente de tráfico) los ciudadanos tenían instintivamente la sensación de que era culpa directa de Zapatero (al final ni siquiera hacía falta decirlo).

En 1996 había material abundante para todo esto; financiación ilegal del PSOE, por ejemplo (por un monto equivalente a unos 15.000.000 € de hoy en día). O el paro (más de 3 millones y medio de parados), la crisis económica de 1993 provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria en Japón y la crisis del petróleo… ¿Te suena algo de esto? Puedes hacer curiosas comparaciones con la situación actual. Algunas son paralelismos, otras son sorprendentes contraposiciones. Pero de alguna manera la historia se repite, cómo no.

Durante las dos legislaturas completas de 2004 a 2011, uno de los argumentos más repetidos contra Zapatero fue una supuesta simpatía o colaboración del gobierno con ETA, y hemos visto insistir hasta la saciedad en historias alucinantes sobre el 11-M ó el caso Faisán. Son estupideces que nadie con dos dedos de frente se toma en serio, pero al parecer en España hay mucha gente sin dos dedos de frente. Sin embargo, el equivalente (traicionar la legalidad) que se utilizó en 1996 era opuesto, cierto y bien cierto: los GAL, el terrorismo de Estado contra ETA.

Entre 1983 y 1987 actuaron, principalmente en Francia, unos grupos que se dedicaban a secuestrar y/o matar a supuestos terroristas o simpatizantes de ETA.

Para quien no viviera aquellos años de los GAL, hay que pintar una situación bastante diferente a la actual. En 1980, por ejemplo, ETA mató a 93 personas. En 1983, a 44. No existía la Unión Europea como la conocemos (España entró en 1986, creo recordar). Los agricultores franceses hacían todo lo posible por impedir la entrada de camiones con productos españoles (más baratos) y los volcaban con toda impunidad en la frontera; quiero decir que Francia estaba bastante más lejos que hoy (bueno, lo de la fruta sigue pasando hoy en los días de Schengen). Y los terroristas de ETA mataban aquí y se refugiaban en Francia, que no ponía mucho empeño en perseguirlos. En 1983 alguien tiró por la calle de en medio y empezaron a actuar los GAL, que hasta 1987 mataron a 27 personas.

En 1993 se empezó a investigar la aparición de los cuerpos, con señales de tortura, de dos de ellas; el asunto está hoy de moda porque acaba de estrenarse una película sobre el tema. La investigación fue, evidentemente, de todo menos fácil, pero hoy parece claro que los GAL fueron obra del Estado para presionar a ETA, y algunos agentes y políticos fueron condenados por organizar estos asesinatos y secuestros (por supuesto, no todo fue esclarecido y seguro que no todos los culpables fueron juzgados).

Los GAL tuvieron, por supuesto, un importante papel en las elecciones de 1996, pero desde luego no diremos que fueron el más importante argumento contra González. No lo fueron porque en el fondo mucha gente pensaba, más o menos secretamente, que secuestrar, torturar y asesinar a etarras no era tan censurable, después de todo. Pero sí; se acusó a González de estar al corriente de la guerra sucia, aunque nunca se pudo demostrar judicialmente.

¿Adónde quiero ir a parar? Pues a que la ciudadanía acabó con la impresión de que simplemente la policía y/o los servicios secretos habían cometido sus asesinatos, con conocimiento del Presidente o no, y que todo aquello había sido clandestino y luego, a partir de 1993, salió a la luz, y nos pareció horroroso, con una condena más o menos firme por parte de unos u otros. Ese es el relato que tenemos interiorizado.

Resulta que no. No fue tan clandestino, y cuando salió a la luz no fue tan sorprendente. Lo fue para mí, porque en 1983 yo no seguía precisamente los debates parlamentarios; es posible que tú, lector, tampoco. Pero a través de Iker Armentia he visto una crónica periodística que me ha dejado helado. Esto no es una interpretación sobre lo que pasó; esto es hemeroteca. Es como estar allí, en noviembre de 1983. El periodista Fernándo Jáuregui decía en El País, en una crónica parlamentaria dos semanas después del secuestro de Lasa y Zabala:

La sesión informativa sobre el terrorismo celebrada ayer en el Congreso de los Diputados, [sic] estuvo llena de sobreentendidos que, de alguna manera, evidenciaban un consenso casi generalizado en torno a las medidas antiterrorista [sic] insinuadas pero no precisadas por el presidente Felipe González. […] y, sobre todo, una posible puesta en marcha de tácticas de guerra sucia, […] si bien fueron puntos casi siempre obviados, […] Sólo el miembro del Grupo Mixto y dirigente de Euskadiko Ezkerra, Juan María Bandrés, y, en menor medida, el comunista Santiago Carrillo, criticaron algunas de las medidas […] elogiosamente valoradas por el diputado de la Coalición Popular José María Ruiz Gallardón [sí, el padre del dimitido ministro de Justicia] como «medidas de excepción».

Esto no son interpretaciones, es hemeroteca. Ocurrió así, y Jáuregui lo vio así. Las citas de Jáuregui son efectivamente literales, y puedes leer el diario de sesiones de aquel día para comprobarlo. Fraga, por ejemplo (para quien no lo conozca: ministro franquista, fundador del PP y mentor de Aznar) dijo cosas como:

Debemos hablar, señoras y señores Diputados, con toda claridad. Al hablar hoy aquí, desde luego, no le hacemos el juego al terrorismo. Tenemos que acabar con la ambigüedad en este asunto, ambigüedad que ha dominado demasiado tiempo este debate, ambigüedad que ha tenido dos polos: uno, justamente, el de pretender que las medidas políticas eran las únicas. Son necesarias, se han tomado ya, y ahí está la Constitución, está el Estatuto, están las Leyes. Ahora hay que acabar de una vez con cualquier idea de que un enfrentamiento serio con el terrorismo en su terreno vaya a aumentar los apoyos populares a ETA.

[…]

En este punto está claro que hemos llegado a lo que pudiera ser, por desgracia, un punto de no retorno. Y nadie, por supuesto, pretenda engañarse al respecto. Hoy lo han dicho varios oradores: o este asunto se resuelve como debe resolverse, o será difícil asentar la democracia que queremos para España. Y nadie pretende, una vez más, como tantas veces se ha hecho, tergiversar mi intención, mis claras palabras ni su evidente sentido.

Lo que yo rechazaré siempre es que otros usen determinadas palabras en un sentido que no se puede aceptar. Guerra sucia, ¿quién la hace? Es el terrorismo quien la hace; la más sucia de todas, la más cobarde de todas, la más criminal de todas, la que dispara por la espalda, la que dispara contra los inocentes con tal de llamar la atención sobre su causa, la que recurre a todos los medios de presión o coacción sobre las pobres mujeres de los guardias civiles, sobre sus hijos en el colegio, donde sea.

No se puede hablar de guerra sucia, cuando de lo que se trata es del ejercicio más natural, del más elemental de los derechos, que es el derecho de legítima defensa que tiene toda persona y toda sociedad. Ese es el derecho que  pedimos que se ejerza en nombre de todo el pueblo de España. Es claro que ello requiere un amplio acuerdo político. Cada uno puede ofrecer su apoyo. Nosotros tenemos que decir -le guste o no a las personas que sin duda ninguna ven claro lo que podemos aportar- que aportaremos lo que nos ha dado la representación de un sector muy numeroso, mayor que otros, de los votos de la población española-. Nosotros queremos que se haga lo que se ha dicho y más. Por supuesto, nos parece que no dejar vivir tranquilos a los que amparen el terrorismo es una buena política […]

Los políticos son especialistas en hablar sin inculparse, claro está; literalmente, aquí no hay nada. Pero esto tiene mucha pinta de ser lo que es, y no ya desde la distancia, sino que un periodista metido allí mismo, en noviembre de 1983, ya había entendido lo que se estaba diciendo. A mí me da escalofríos leerlo, no en un pasillo con un micrófono inadvertido, sino en sede parlamentaria con luz y taquígrafos. ¿A qué venían entonces las críticas a González, y aquello de llamarle señor X, durante la campaña electoral de 1996? ¿Había olvidado Fraga ese apoyo tan entusiasta del que habla? ¿Realmente somos tan estúpidos y desmemoriados los ciudadanos? Sí.

Así que no; no fue una sorpresa, no fue un error, no sirve la historia que nos habían contado. No eran cloacas, no era nada oculto para nadie, no fue nada que se descubriese a posteriori como yo pensaba. Está en el Diario de Sesiones de nuestro Parlamento, en noviembre de 1983. Sabían y apoyaban lo que iba a pasar. Todo lo de la X fue, simplemente, una hipócrita pantomima electoral. Como el 11-M, como el caso Faisán, como tantas otras cosas.

A pesar de todo, nunca para uno de aprender.

Vanidad

9 09Europe/Madrid octubre 09Europe/Madrid 2014

Siempre he tenido mucha suerte con los jefes que me han ido tocando en suerte. Y a uno le oí esta frase que apunto ahora:

La vanidad y la formación son inversamente proporcionales.

Amén.

Llueve

8 08Europe/Madrid octubre 08Europe/Madrid 2014

Miro por la ventana y llueve un montón. A todo llover.

Y ya está. El resto lo dicen Gary Burton y Keith Jarrett.

In your quiet place.

Las paradas

3 03Europe/Madrid octubre 03Europe/Madrid 2014

Dicen en La Nueva España que los autobuses de Oviedo incorporarán el asturiano en la información de las paradas.

No voy a entrar mucho en el asunto, que daría para un debate que ya me sé de memoria. Sólo me gustaría comentar algunas cosas que, según el periodista, son cita literal de lo que han dicho algunos concejales. La noticia es muy breve, sólo hay un par de frases, y tengo muchas puntualizaciones.

Si creemos al redactor, un concejal no adscrito dijo:

Nuestra lengua es patrimonio cultural pero no la usamos para comunicarnos.

No, verás. El trozo que le falta a la iglesia de San Miguel de Lillo no es ningún patrimonio cultural, porque no está. Aquello que dejes caerse de puro desprecio, o directamente derribes, no es ningún patrimonio cultural; es simplemente una ruina. Las ruinas del Castro de Coaña son un patrimonio cultural, y es comprensible que sean ruinas; pero no sé si las ruinas del asturiano serían un patrimonio del que te pudieras sentir muy orgulloso.

Eso del patrimonio lo dicen mucho las personas a las que el asturiano les estorba; donde otros ven su casa ellos ven un montón de cascotes que entorpecen la construcción de un McDonalds, y creen que con llamar a los cascotes «patrimonio cultural» contentan a alguien. Es una especie de conjuro; en vez de decir «quita esta mierda de aquí, que no la soporto», uno dice «esto es un patrimonio cultural, me encanta, ponlo ahí en el armario», y ¡voilà!, desaparece limpiamente y sin salpicar a nadie.

Otra cosa que me llama la atención es esa afirmación de que «nuestra lengua no la usamos para comunicarnos». Entonces… ¿qué tiene de tuya? ¿Qué tiene de lengua? ¿Para qué usas tú una lengua, si no es para comunicarte?

Y, sobre todo… ¿a quién englobas en esa primera persona del plural? ¿A los asturianos? ¿A los ovetenses? ¿A tus votantes?

Y el concejal Juan Pérez Zaldívar habría dicho:

No estamos aquí para esas cosas.

¿Qué cosas, Juan? ¿Te has fijado en cómo suena «esas cosas»? ¿A qué estás llamando exactamente «esas cosas»? ¿Al asturiano, a las marquesinas…?

Y por otro lado, ¿para qué cosas sí estáis?

 

Qué ingenuas sois, compañeras

1 01Europe/Madrid octubre 01Europe/Madrid 2014

No sé mucho de política. Me refiero a su ejercicio real. Pero me he ido haciendo una idea, correcta o no.

Ante la retirada de la ley del aborto, esa que mandaba a las mujeres ¡siete días! al rincón de pensar aun después de que hubieran tomado y acreditado humillantemente su decisión, muchos han lanzado las campanas al vuelo y han celebrado no sé qué victoria de la democracia.

Que no se me malinterprete: claro que algo de eso hay, y claro que es fundamental lo que los ciudadanos han hecho y así debería ocurrir mucho más a menudo. Pero lo que no me acabo de creer es el relato exacto de la historia, sobre todo respecto a la parte contratante. Vamos a pensar un momento.

¿Te imaginas a los conservadores de Gran Bretaña diciendo, después de los atentados de Londres de 2005, que había sido obra de los laboristas, y sosteniéndolo durante años? ¿Te imaginas cuánto habría durado la carrera política de Margaret Thatcher si se hubiera sabido que ella y todo su partido cobraban sobresueldos, manejaban dinero negro y ella se comunicaba con su tesorero ya procesado dándole ánimos y diciéndole que «aguantara»? ¿Te imaginas a un político australiano cambiando con su mayoría absoluta y sin apoyo de nadie más las leyes electorales de un estado para asegurarse la reelección? ¿Te imaginas cuánto duraría un gobierno francés si llegara al poder diciendo que tiene las recetas para salir de la crisis porque tiene a los mejores tecnócratas, los más preparados, los más serios y los que saben de economía, y tras las elecciones viniese a decir que en realidad no tenían ni la más remota idea de la situación y lo que hay que hacer es todo lo que estaba haciendo el gobierno anterior -y que le costó las elecciones- pero multiplicado? Etcétera, etcétera.

Bueno, es de esta gente de la que estamos hablando. Han hecho cosas que exceden los sueños más irracionales de cualquier político de cualquier democracia occidental, pero además con impunidad absoluta.

Hecha esta caracterización, vamos a examinar el relato de los hechos, según los eufóricos.

Rajoy, mediados de 2011: «Hay que parar este asesinato masivo de niños, eso es irrenunciable, y por eso en nuestro programa electoral figurará una reforma de la ley del aborto.»

Rajoy, principios de 2012: «Hemos ganado las elecciones, y además por mayoría absoluta. Está claro que la ciudadanía apoya nuestro programa, y la ley del aborto estaba bien clara. La sociedad demanda que volvamos a  impedir el aborto libre.»

Rajoy, mediados de 2014: «No me lo explico, no acabo de entender lo que pasa. Estamos encontrando una resistencia inusitada, mucho descontento, parece que en realidad la gente no estaba por la labor de modificar la ley del aborto. Qué sorpresa más grande.»

Rajoy, verano de 2014: «No sé, me siento mal aprobando una ley con nuestra mayoría absoluta cuando parece que el pueblo no la quiere. Mi conciencia está clara, es un asesinato de niños, pero debo gobernar para todos, y admitir que quizá mi conciencia no sea acertada, por mucho que personalmente no renuncie a ella.»

Rajoy, septiembre de 2014: «Lo siento, Alberto, no podemos sacar adelante esa ley, tendremos que darle una vuelta, aplicar algún efecto paliativo y poco más. Tengo dudas de que en este punto estemos representando al pueblo realmente, y mi responsabilidad como presidente me impide hacer algo que me consta que no es democrático, aun cuando mi conciencia personal sufra. Lamento haberte metido en esta encrucijada.»

Y entonces la ciudadanía celebra haber conseguido algo más que poner el voto en la urna.

¡Albricias, albricias!

¡Albricias, albricias!

Otra versión más pérfida de la historia cambiaría sólo en el tramo final:

Rajoy, verano y septiembre de 2014: «Me he encontrado una oposición y un descontento tan inusitados que aunque soy un ser sin conciencia democrática tampoco soy un idiota, y al fin y al cabo esto puede ser la gota que colme el vaso y nos arruine las próximas elecciones. Me lo ha dicho Arriola. Así que los votos son los votos, y vamos a hacer lo que hay que hacer para evitar una debacle electoral.»

Y… sí, celebraciones.

¡Albricias, albricias!

¡Albricias, albricias! No le hemos hecho entrar en razón, pero por lo menos nos tiene miedo, groarrrrr.

Pero hay como mínimo un tercer posible relato de los hechos, un poco más oscuro:

Rajoy, mediados de 2011: «Por supuesto, en nuestro programa electoral figurará una reforma de la ley del aborto, que es una de las cosas con las que hemos movilizado a nuestro núcleo duro de votantes.»

Rajoy, principios de 2012: «Hemos ganado las elecciones, y además por mayoría absoluta. Lo del aborto, en vez de Sanidad, lo va a llevar Justicia, porque se lo voy a largar a Alberto; va con su carácter, pobrecico, y va a tragar el anzuelo hasta la caña. Más adelante, ya veremos, y de paso le quito el disfraz de progre. Si no sale adelante, de todos modos tenemos a nuestra gente en el Constitucional, así que no me preocupa. Y siempre será una carta para jugar a ceder en algo. Los del Opus se enfadarán, pero ya los compensaré y esos de todos modos no van a votar a IU, precisamente.»

Rajoy, mediados de 2014: «Menuda legislatura llevamos. A lo del aborto de momento le voy a dar largas, que ahora mismo no me meto en otro berenjenal, y menos con la gente del partido. Alberto se puede ir cociendo otro poco.»

Rajoy, verano de 2014: «Está decidido, después de tanto sobresalto no me voy a gastar en este asunto. Me preocupan más los descontentos con la ley que los partidarios. Así que voy a jugar la carta, que crean que han ganado en algo, les doy la de arena, y más adelante en el Constitucional ya arreglaremos el asunto. Contentos los de centro, contentos los de la derecha. »

Rajoy, septiembre de 2014: «Ahora. Y de paso, liquido por fin a Alberto, que ya era hora.»

Pringao. Ahora tengo que agradecerle algo a Rajoy. Antes te aborrecía, pero es que ahora te odio. Te daba asín...

Pringao. Ahora tengo que agradecerle algo a Rajoy. Antes te aborrecía, pero es que ahora te odio. Te daba asín…

Compañera, que te quede claro que tu oposición, tu protesta, han servido, y han servido de mucho. Toda esa vida de lucha ha hecho cambiar un poquito la sociedad, y los últimos meses han hecho que se oyera esa voz. Así que los brindis y las zapatetas son procedentes.

Ahora bien; respecto a la otra parte, la del poder, yo el primer relato no me lo acabo de creer, y el segundo tampoco. Elige tú cuál te parece más verosímil.