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A star is born

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Hace un par de días vi «Ha nacido una estrella». Una película de la que se habló en su momento. Salen Lady Gaga y Bradley Cooper, y dirige él mismo. Tanto la película como ellos ganaron un montón de premios y fueron candidatos a muchos más.

De mano, admito que nunca he podido soportar a Lady Gaga. Pero me puse a ver la película con ganas de saber si, fuera de su cargante papel habitual, es tan buena como dicen.

A ver. La película no es una mierda. La música no está mal. Y hay buenos actores (no me refiero a Lady Gaga). Si esta, como parece, es la primera película que dirige Cooper, pues oye, se puede hacer peor. Pero de ahí a darle premios…

Mucha gente se queja de que la película es larga para nada; y es verdad. La historia se cuenta en cuatro palabras, y la peli dura dos horas y cuarto. Yo, personalmente, no entiendo a los personajes. Es decir: son tan simples que los entiendo, pero no porque estén bien dibujados, sino porque no hay mucho que entender. Están narrados, pero el cine sirve para otra cosa; sirve para que entres un poco en ellos, te pongan en su lugar. Él es un cantante famoso, que está todo el día borracho o drogado porque tiene algunos traumas de infancia que no se sabe cuáles son. Tiene su relación de amor-odio con su hermano mayor, que a su vez cuida de él y se sacrifica. Ella quiere ser cantante pero no cree mucho en sí misma; él sí, y hace de pigmalión y ella tiene un éxito estratosférico. Mientras ella sube, él se queda un poco atrás. Pero oye, se quieren.

Y ya. El resto no importa mucho. Vale, algunos conflictos aquí y allá, pero viene a dar igual.

Y una película en la que el guion no da para aprobar, y la cantante que interpreta no lo hace del todo mal, y el actor que canta tampoco, y el director que debuta pues podía hacerlo peor aunque bien-bien tampoco está… pues qué quieres que te diga.

Unas palabras sobre ella. Siempre me ha resultado estomagante su forma de llamar la atención. Ya he escrito sobre eso. No el hecho de que llame la atención; el pop está lleno de mamarrachos ilustres. Me parecen bien Bowie, Elton John, Paco Clavel. Pero es que esta es simplemente una petarda sin ton ni son. Muchas veces he leído «Lady Gaga canta mucho mejor de lo que parece, mírate vídeos suyos de cuando cantaba en locales, es tremenda». Pues oye, que hubiera seguido cantando en locales; pero no se habría comido ni los mocos.

La película arranca con una especie de show burlesque en el que ella interpreta a Édith Piaf. A mí ya me parece que empieza mal. Es buena técnicamente, pero la verdad es que no sé exactamente cómo canta. No porque sea camaleónica, no porque sea versátil; es simplemente que no encuentro su voz. Su estilo (igual que con la ropa) es no tener ningún estilo, más allá de llamar la atención en cada momento. Cuando cantó con Tony Bennett hubo gente que pensó que le hacía un favor a Tony Bennett… supongo que porque no saben quién es Tony Bennett. Yo veo aquellos vídeos y me da vergüenza ajena (no la culpo a ella, o no solo): una cantante intentando ser lo que no es, con una atmósfera cuqui y distendida (la música es lo de menos). Una payasada con una excelente big band detrás, que es a lo que recurren las famosas ocasionalmente cuando quieren sorprender a sus fans y hacerles creer que son cantantes solventes y respetables y que digan «Anda, mira, también sabe cantar jazz».

Creo que nunca jamás, en nada de lo que le he visto hacer a Lady Gaga, he visto un ápice de verdad. Por eso no sé a qué palo juega. Y en la película me vuelve a pasar lo mismo. Que no lo haga desastrosamente mal no dice mucho en favor de alguien a quien han puesto al frente de una empresa de 36.000.000$ de presupuesto. Tampoco dice mucho del público que haya recaudado 436.000.000$. Y dice mucho a favor de Cooper (como hombre de negocios, digo) y del equipo de mercadotecnia de Warner Bros.

Bueno, y a partir de aquí voy a destripar el argumento. Un motivo más para que dejes de leer. (Aunque el argumento ya está destripado, solo hay una posible duda que solventar, y no hay mucho más.)

Solo hay una cosa que puede salvar la inteligencia de la peli. Uno de los conflictos merengosos de la película es que la prota canta más o menos canción de autor, pero cuando triunfa va al rollo Beyoncé. Y el prota se lo reprocha un poco. Y es que eso es exactamente lo que hace Lady Gaga. No sé si eso es intencionado o no; si fuera un guiño, una autorreferencia, pues ahí habría algo de sustancia. La prota prescinde en algún momento de las bailarinas como si fuera una gran rebeldía, pero el caso es que no por ello deja de salir en bañador y bailotear. Así que no se sabe muy bien de qué va la cosa. El retrato psicológico es tan descafeinado que no se sabe si van o si vienen.

No sé realmente por qué el prota está tan hecho polvo. No sé exactamente qué problemas tiene con el hermano, ni el hermano con él. No sé qué pasaba con el padre. No sé qué objeto tiene la escena en la que le pinchan esteroides para cantar, si es solo para que se sepa lo duro que es ir de gira. Y desde luego no se sabe bien por qué se cuelga al final. Vale, que un manager le canta cuatro frescas y eso desencadena la crisis; que sí, que puede pasar, que lo entiendo, pero está simplemente descrito, narrado desde fuera y muy mal contado. Es como si en vez de ver la película estuviera viendo la audiodescripción esa que ponen explicando lo que pasa. Comprendo la narración de los hechos, pero los personajes son insípidos; solo veo lo que pasa.

Bueno, pues eso. Nunca he visto a Lady Gaga nacer nada de verdad. Y ahora tampoco. Y fingir no es actuar.

1984

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Hace ya días que ha dado mucho que hablar la metedura de pata de Feijóo diciendo que Orwell escribió 1984 en 1984. Respecto a meteduras de pata, hay que reconocer que este hombre, para el poco tiempo que lleva en este puesto, tiene ya una colección impresionante, digna de Rajoy.

A mí me ha dado verdadera dentera, diría que indignación, por muchas razones.

La menos importante, la más disculpable, es el error en sí mismo. Y él se ha acogido a esa versión; «todos nos equivocamos». No debería equivocarse tanto alguien cuyo oficio es hablar y que de hecho está leyendo lo que le han escrito, pero en fin. Esa coartada, de todos modos, no vale; hay más.

Me enfada más saber que esta persona obviamente no ha leído ese libro. Alguien que aspira a presidir el gobierno de un país tendría que tener unos mínimos de cultura general. Y me parece que difícilmente puede tener la mínima cultura general exigible, precisamente en el ámbito de la política, alguien que no haya leído 1984. Yo soy un absoluto don nadie, y lo he leído. Fue un libro que me impactó mucho, y en el que aprendí mucho; gran parte de lo que sé sobre la política. Explica en gran medida los sucesos incomprensibles que vemos hoy en día a nuestro alrededor. No recuerdo a qué edad lo leí, pero sí sé que 1984 en aquel momento era el futuro; con lo cual… era demasiado joven para leerlo, creo. Supongo que, teniendo el libro la etiqueta de ciencia ficción que a veces se le pone, yo me tiré a por él, y me encontré algo que no esperaba.

Pero que no haya leído ese libro tampoco es lo peor. Con todo lo censurable que pueda ser la escasa formación que revela, al mismo tiempo procuro no culpar a la gente por no haber leído determinado libro o no saber determinada cosa. La ignorancia no es culpable; lo es la ignorancia deliberada o la ignorancia indiferente. Si no has leído 1984, querido lector, no me siento superior a ti por ello. Mi ignorancia es absolutamente enciclopédica, y son infinitos los libros que no he leído y debería leer.

Ahora bien; lo que de verdad me enerva es que el tipo se ponga a hablar con erudición de un tema del que es obvio que no tiene ni idea. Puedes no saber siquiera que existe 1984. Pero lo que no puedes es presentarte como un experto o como un intelectual cuando eres una medianía, o en cuestiones en las que eres una medianía. Por ahí sí que no paso. Incluso aunque Feijoo hubiera leído 1984, me sacaría ronchas verle sentar cátedra como si fuera un pensador de gran relevancia (¡pero es que ni siquiera se lo ha leído!). Ya antes de que metiera la pata, yo estaría mordiéndome la lengua al ver ese vídeo; al ver cómo se las da de listo, de estadista, como si tuviera algo interesantísimo que decir, con toda esa suficiencia, esa grandilocuencia, esas ínfulas, como si todos los que le escuchan fueran idiotas y no estuviera poniéndose en ridículo desde la primera palabra.

Y ya como guinda del pastel está que alguien de sus características y de su entorno, alguien cuyo cometido consiste básicamente en lanzar mentiras a millones de personas, se ponga a predicar sobre la verdad. Ahí ya he llegado al cortocircuito y prefiero no extenderme.